jueves, 1 de mayo de 2014

Pinturas Eróticas Romanas

Uno de los elementos más significativos, sobre la concepción de la sexualidad en el mundo romano, son las pinturas eróticas en forma de pequeños cuadritos con escenas eróticas explícitas. 

Estos cuadritos tuvieron gran éxito, sobretodo en época Imperial, y Pompeya, es un magnífico ejemplo de este éxito, aunque no sabemos si estará relacionado con que Pompeya fuese la ciudad del amor, consagrada a la diosa Venus.

Pintura de las Termas Suburbanas de Pompeya
Durante las siguientes líneas intentaremos descifrar su significado y sus posibles usos, porque la concepción de estas pinturas varía según donde estén ubicadas, ya que las encontramos en prostíbulos, locales comerciales, casas particulares, incluso en algunos edificios de gran tránsito como las termas suburbanas. 

En estos cuadros aparecen distintas posiciones amorosas, cuyos modelos parecen repetirse en la mayoría de los casos; por lo que imaginamos que los artistas se inspirarían en los manuales de modelos eróticos, que tuvieron que circular por los talleres romanos bajo nombres de prostitutas famosas como Elefántide o el de Filénidas de Samos, de los que tenemos constancia de su existencia, aunque desgraciadamente no hemos conservado ninguno, y que seguramente inspiraron a Ovidio en su Ars Amandi.

Cunnilingus en Pintura pompeyana.
Su proliferación indica claramente que estas pinturas se convirtieron en un objeto de consumo y coleccionismo a principios de la era imperial entre las clases altas. Incluso un emperador como Augustó, que intentó recuperar la vieja y sobria moral republicana, coleccionó estos cuadritos preciosistas. Suetonio (Tiberio, XLIV, 2) también nos relata que Tiberio poseía un cuadro pintado por Parrasio representando a Atalanta realizando una felación a Meleao. Aunque esta moda no escapó de las críticas y reproches de los más rancios moralistas.

Es importante señalar que muchas de estas escenas contenían un tono de parodia e ironía,  lo que matizaba la carga sexual, permitiendo su pública exhibición, aunque fuese en contra de las leyes morales impuestas por los diferentes emperadores.

Por último, cabe señalar que la finalidad de estas escenas situadas en lugares públicos tenían otro objetivo claro, captar la atención del cliente, ya que si hay algo que siempre ha atraido la atención del hombre es el sexo.

A continuación ofrecemos toda una serie de lugares donde se han documentado estas pinturas:


- Prostíbulos: Lógicamente estos cuadritos tienen un claro significado erótico,capaz de levantar el lado más lujurioso y pasional de su observador, es decir, tenían un fin claramente sexual, ya que servirían para crear un ambiente erótico e ir levantando la líbido de los clientes de los prostíbulos.

Estos cuadritos los encontramos sobre las puertas de las habitaciones de las meretrices, por lo que se ha especulado que también sirviesen para indicar la especialidad de cada prostituta.

Lupanar de Pompeya con frescos eróticos sobre las habitaciones

- Casas de particulares: los cuales han suscitado mayor controversia en cuanto a su función, según Giovanni Guzzo en algunas de estas casas también se ejercería la prostitución, donde el señor sacaría un provecho extra de algunas de sus esclavas, como se recoge epigraficamente en la Casa de los Vettii (VI, 15, 1)

- Tabernas: También podía utilizarse alguna parte de la casa como taberna. Muchas de estas tabernas se caracterizaban por ofrecer también servicios de prostitución a través de la misma camarera o alguna esclava en alguna habitación apartada.

Los cuadros como hemos dicho anteriormente también podían tener un componente irónico o humorístico, sobretodo, los expuestos en lugares públicos, como los de las tabernas. En Pompeya tenemos dos curiosos ejemplos:

Dibujo de César Famin (1827)
- Vía de Mercurio (VI, 10, 1): Una pareja de malabaristas realizan sexo mientras intentan beber y comer al mismo tiempo. Fresco actualmente desaparecido.




Nolo cum Myrtale!






- Salvius (VI, 14, 36): Donde aparecen un hombre y una mujer besándose con un letreo que dice "no quiero un beso de Myrtale", famosa felatriz de Pompeya.




Casa del Hermoso Impluvio

- Por otro lado, y alejándonos del mundo de la prostitución, también podemos incluir dentro de esta categoría cuadros eróticos con personas reales como decoración parietal, donde se trata el tema del erotismo de manera mucho más sofisticada y sensual. Por lo que esta visión del amor refinado se podía mostrar abiertamente a los invitados y familiares. Ejemplos de este tipo de pintura lo encontramos en la Casa del Hermoso Impluvio (I, 9, 1) o en la Casa de Cecilio Giocondo (V, 1, 26). Recordar que el tema del amor era muy recurrente en la decoración de los dormitorios, aunque no tuviesen tan alta connotación sexual.


- También encontramos estos cuadros en habitaciones privadas, que tienen que ser entendidas como habitaciones para el placer. Es decir, un espacio reservado por el señor de la villa para sus relaciones sexuales con sus esclavos o para sus fiestas privadas. Antonio Varone identifica varias casas con este tipo de habitaciones para juegos eróticos: Villa Carmiano, situada en Gragnano, o la Casa del Centenario (IX, 8, 6) en Pompeya.

- Para finalizar, visitamos un edificio de bastante tránsito con imágenes de sexo bastante explícito como son las Termas suburbanas. Era un edificio privado, donde hombres y mujeres compartían vestuario (apodyterium), cosa poca común, guardando sus vestimentas y sandalias en las taquillas. Sobre cada guardarropa se despliegen 16 pequeños frescos con escenas eróticas, in crescendo, cada vez más atrevidas y lascivas. Su función seguramente fuese mnemotécnica, similar a las de las spintriae, para recordar el armario donde se guardaba la ropa, aunque también se ha especulado sobre la posibilidad que fuesen los servicios ofrecidos en el interior de las termas.


Vista general de la pared con la numeración de los armarios.


¿Porqué los romanos sentían esa necesidad de representar la sexualidad en todo tipo de formato  y formas? Según en palabras de A. Varone: "La respuesta no puede ser más que una y está unida al arcano mismo de la sexualidad, fuerza mágica, en muchos aspectos, inescrutable y, en todo caso, condicionante de la vida misma de cada ser. [...] Desde el momento en que no se asocia a ninguna noción del pecado, esta acción se vuelve automáticamente más fácil [...]
Las paredes pompeyanas nos ofrecen una lección, en definitiva, de enorme y sorprendente madurez, debida a un pueblo que supo hallar el adecuado equilibrio entre el deseo sexual y la moral del comportamiento"

Fuentes:

- Varone A. (2007). Las imágenes del sexo en Roma a través de Pompeya en La imagen del sexo en la Antigüedad (pp 275-322). Barcelona. Tusquets Editores.

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